
“300” podría haber sido el mayor evento cinematográfico del año. Pero afortunadamente no lo es. Y digo afortunadamente porque mis expectativas con el filme en cuestión eran gigantescas; y el espectáculo que me ofreció (ahora si lamentablemente) fue lo suficientemente carente de fuerza, pasión e imaginación como para que, a los 5 minutos de transcurrido el metraje, me diera cuenta que había incurrido en una desmedida sobrevaloración, y que estaba a tiempo a reubicar mis fichas.
El filme es la adaptación de la novela gráfica “300” de Frank Miller (nuevos nombres para los siempre bien ponderados cómics). El creador de “Sin City” convirtió la histórica batalla de las Termópilas, librada cuatro siglos antes del nacimiento de Cristo entre 300 espartanos y el millonario ejército Persa, en un acontecimiento mítico, mágico y épico despojado de toda veracidad histórica y, por supuesto, colmado de acción. Es por ello que la traducción cinematográfica llevada a cabo por el director Zack Zinder debe ser juzgada como lo que es o, mejor dicho, lo que intenta ser: una película para el gran público, un filme de puro entretenimiento.
En cierta medida, desde el aspecto técnico y estético, el filme es irreprochable. Tal como sucedió con “Sin City” (de Robert Rodríguez y el mismo Frank Miller), “300” transforma cada viñeta del cómic original en un plano cinematográfico perfectamente compuesto, diseñado, iluminado, maquillado, coloreado, sonorizado y musicalizado. El director intenta trasladar, en todas sus dimensiones, el espíritu del original.
Pero el mayor problema de “300” es aquello que cuenta. Ni siquiera hay historia, solo existe un acontecimiento. Los guionistas tenían entre manos elementos más que atractivos. Pero se olvidaron de que el cine necesita un desarrollo narrativo diferente al de una tira cómica (y no por esto mejor). “300” es un embase vacío, atractivo pero sin contenido; un verdadero fiasco. El conflicto (para nada pequeño) se presenta de forma apurada y la guerra en cuestión no tiene motivaciones fuertes o sustentos valederos (visibles al espectador). Otro tanto sucede con los personajes que, carentes de matices, sentimientos y dimensión humana, se dedican a gritar sus inverosímiles diálogos (que profesan una ideología de dudosa monta sobre patriotismo y valentía) mientras matan casi por automatización al ejército del travestido emperador persa.
Es más que obvio que filmes como 300 crean un mundo imaginario con reglas oportunas, su propia diégesis. Eso no está en discusión, claro. Pero la película, por largos momentos, resulta asfixiante y uno pide a gritos ciertas dosis de realismo que lo acerquen a una verdad conocida, cotidiana, humana y, por sobre todas las cosas, posible. Los fondos digitales, perfectamente integrados a la acción en vivo, terminan por develar un ambiente acotado, irrespirable y denso, cuando su objetivo es absolutamente lo contrario. Hasta los 300 guerreros resultan improbables. No solo porque nunca se materializa en pantalla la citada cifra, sino porque la excesiva chorrera de testosterona resulta repugnante. Y esta apreciación no está fundada en ninguna culposa envidia hacia los bíceps, tríceps y demás músculos de los guerreros perfectamente esculpidos digitalmente. Este juicio está en relación al planteo de una masculinidad falsa, primitiva y salvaje, que solo permite la presencia de machos brutales y no la de hombres verdaderos.
Casi como de costumbre, el sonido lleva la ardua y, paradójicamente, silenciosa tarea de hacer todo esto más creíble. El ambiente sonoro es envolvente, punzante, vibrante y, junto con la música, aporta la fuerza, potencia y vigor a una historia carente de dichas cualidades.
Ni siquiera las escenas de combate cumplen su rol en este prototipo de entretenimiento que es “300”. A pesar de ser realizativamente originales en más de un aspecto (uno de los pocos momentos de lucidez es la secuencia en donde el combate presentado a través de ralentitis e imágenes aceleradas perfectamente montadas) su constante reiteración saturan la escasa trama que precipitadamente pierde fuerza y vigor ahí donde debería potenciarse: el final. Toda la carne fue tirada al asador y no fue guardado nada para sorprender hacia el final.
Sin lugar a dudas lo más destacado del filme es la técnica realizativa al servicio de un concepto estético más que atractivo. Tanto el maquillaje (que no permite distinguir a Rodrigo Santoro en la piel del ambicioso Rey Jerjes) como el majestuoso sonido y los efectos visuales, que sorprendentemente no sobresalen del conjunto (responsables también de un tipo de sangre que emula cierto lirismo), son los aspectos mas aplaudidos. Pero de que sirve desarrollar con goces una propuesta visual como esta si se cuenta con una anécdota simple y no una historia profunda a la que servir. Ahondar un poco en los motivos y las razones de la contienda, así como dotar con un poco de humanidad a los bravucones guerreros hubiera sido más que suficiente para hacer de “300” aquello que esperaba.
El filme es la adaptación de la novela gráfica “300” de Frank Miller (nuevos nombres para los siempre bien ponderados cómics). El creador de “Sin City” convirtió la histórica batalla de las Termópilas, librada cuatro siglos antes del nacimiento de Cristo entre 300 espartanos y el millonario ejército Persa, en un acontecimiento mítico, mágico y épico despojado de toda veracidad histórica y, por supuesto, colmado de acción. Es por ello que la traducción cinematográfica llevada a cabo por el director Zack Zinder debe ser juzgada como lo que es o, mejor dicho, lo que intenta ser: una película para el gran público, un filme de puro entretenimiento.
En cierta medida, desde el aspecto técnico y estético, el filme es irreprochable. Tal como sucedió con “Sin City” (de Robert Rodríguez y el mismo Frank Miller), “300” transforma cada viñeta del cómic original en un plano cinematográfico perfectamente compuesto, diseñado, iluminado, maquillado, coloreado, sonorizado y musicalizado. El director intenta trasladar, en todas sus dimensiones, el espíritu del original.
Pero el mayor problema de “300” es aquello que cuenta. Ni siquiera hay historia, solo existe un acontecimiento. Los guionistas tenían entre manos elementos más que atractivos. Pero se olvidaron de que el cine necesita un desarrollo narrativo diferente al de una tira cómica (y no por esto mejor). “300” es un embase vacío, atractivo pero sin contenido; un verdadero fiasco. El conflicto (para nada pequeño) se presenta de forma apurada y la guerra en cuestión no tiene motivaciones fuertes o sustentos valederos (visibles al espectador). Otro tanto sucede con los personajes que, carentes de matices, sentimientos y dimensión humana, se dedican a gritar sus inverosímiles diálogos (que profesan una ideología de dudosa monta sobre patriotismo y valentía) mientras matan casi por automatización al ejército del travestido emperador persa.
Es más que obvio que filmes como 300 crean un mundo imaginario con reglas oportunas, su propia diégesis. Eso no está en discusión, claro. Pero la película, por largos momentos, resulta asfixiante y uno pide a gritos ciertas dosis de realismo que lo acerquen a una verdad conocida, cotidiana, humana y, por sobre todas las cosas, posible. Los fondos digitales, perfectamente integrados a la acción en vivo, terminan por develar un ambiente acotado, irrespirable y denso, cuando su objetivo es absolutamente lo contrario. Hasta los 300 guerreros resultan improbables. No solo porque nunca se materializa en pantalla la citada cifra, sino porque la excesiva chorrera de testosterona resulta repugnante. Y esta apreciación no está fundada en ninguna culposa envidia hacia los bíceps, tríceps y demás músculos de los guerreros perfectamente esculpidos digitalmente. Este juicio está en relación al planteo de una masculinidad falsa, primitiva y salvaje, que solo permite la presencia de machos brutales y no la de hombres verdaderos.
Casi como de costumbre, el sonido lleva la ardua y, paradójicamente, silenciosa tarea de hacer todo esto más creíble. El ambiente sonoro es envolvente, punzante, vibrante y, junto con la música, aporta la fuerza, potencia y vigor a una historia carente de dichas cualidades.
Ni siquiera las escenas de combate cumplen su rol en este prototipo de entretenimiento que es “300”. A pesar de ser realizativamente originales en más de un aspecto (uno de los pocos momentos de lucidez es la secuencia en donde el combate presentado a través de ralentitis e imágenes aceleradas perfectamente montadas) su constante reiteración saturan la escasa trama que precipitadamente pierde fuerza y vigor ahí donde debería potenciarse: el final. Toda la carne fue tirada al asador y no fue guardado nada para sorprender hacia el final.

Sin lugar a dudas lo más destacado del filme es la técnica realizativa al servicio de un concepto estético más que atractivo. Tanto el maquillaje (que no permite distinguir a Rodrigo Santoro en la piel del ambicioso Rey Jerjes) como el majestuoso sonido y los efectos visuales, que sorprendentemente no sobresalen del conjunto (responsables también de un tipo de sangre que emula cierto lirismo), son los aspectos mas aplaudidos. Pero de que sirve desarrollar con goces una propuesta visual como esta si se cuenta con una anécdota simple y no una historia profunda a la que servir. Ahondar un poco en los motivos y las razones de la contienda, así como dotar con un poco de humanidad a los bravucones guerreros hubiera sido más que suficiente para hacer de “300” aquello que esperaba.
10 comentarios:
Hi Sr. Carlos! Vi la peli y sali desilusionada a pesar que no tenía expectativas al respecto, comparto con ud. que este film deja mucho que desear. Sin mas saludo a ud atte.
Para el resto de los visitantes de este humilde blog perteneciente al Sr. T.: aprendan de la correcta Srta. Tochi. Siempre con la justa y del lado del Sr. T, obvio...
Sin mas, y atendiendo los intereses de mi representado, El Administrador.
luciano: la peli regular pero. muy buenos efectos desde la optica del publico. un poco de fantasia. pero esta bueno q en el cine la haya.
No esperaba casi nada de la pelicula si no fuera porque desde tres dias antes del estreno nadie dejaba de adular dicho film, por lo cual la sensacion con la que entre a la sala fue "bueno, vamos a ver un poco de sangre mezclada con pochoclo". Visual y sonoramente la peli me deslumbro (con una mediana ventaja del sonido por sobre la imagen, con algunos destellos de rock sinfonico que me volaron la cabeza), mas alla que por momentos tanto croma me molestaba y me asfixiaba...algunos planos parecian hechos para el practico de montaje de recreacion del espacio! pero despues comprendi que, en su diegesis, funciona a la perfeccion, no tenia porque ser una escenografia a lo Señor de los Anillos. Con respecto a la historia, cientos de excelentes, pero EXCELENTES, peliculas, tienen como punto de partida una historia por demas sencilla, una anecdota, un momento...y no dejan por ello de ser deliciosas. No digo que este sea el caso (en absoluto), pero no me parece un elemento determinante a la hora de valorar la totalidad de la pelicula.
sobre una calificacion SUPREMA CON FRITAS Y BUDIN DE PAN, le doy papita noissette con media milanesa.
CARLOS T. ME JUGUE Y ESCRIBI JEJEJJE
UN BESO!!!!
Usuaria Coty: en ningun momento el Sr. T sentenció que para hacer una buena o excelente película se necesitase una historia monstruosa. Obvio que miles de peliculas nacen de cosas simples y por consiguiente tienen un tratamiento y un desarrollo acorde a ello.
A lo que mi representado se refería, y deja mas que en claro en su excelente crítica, es que el filme 300 hace alardes de majestuosidad y en realidad no cuenta nada. No creo que la sencillez haya sido un punto de partida en este filme. Megaproducción que por cierto no intenta lograr ni un clima intimista, sentimental o poético acorde a ese tipo de historias sencillas y deliciosas a las que hace referncia.
Igualmente el Sr. T agradece su extenso comentario y su dedicación a la escritura. Este espacio fue creado para el debate de ideas. Muchas gracias por participar en el!!! El intercambio nos enriquece y nos hace crecer.
me alegro que el administrador piense que esto es un espacio de debate, ya que el señor T. dijo via msn que mi comentario era "agresivo".
Señor Administrador, ojala nunca se deje corromper por su cliente, y siga siempre con ese espiritu avido de conocer diferentes posturas! Felicitaciones!!!
Gente q fuman uds? lo mismo q la Malen? aflojen o conviden no sean asiii!!
jajaja
Sr. W.: El Administrador tiene el agrado de informarle que está disponible a la venta el Tónico Malem, en sus distintos tamaños y versiones...
El Sr. T. luego de su encuetro con la estimadísima señora profesora comenzará a hacer eco de los métodos creativos y pedagógicos que ella profesa...
Libertad y creatividad hijos mios!!!
pero que esperaban?...un film indie o coral con problemas mundanos y humor simple...tipo miss sunshine?? era 300!!!! no los entiendo....la peli no era ni mas ni menos que lo que me esperaba, y lo que venia viendo desde hace medio año. Hay que aprender a ver cine,si quiero ir a ver una peli hueca, con una estetica alucinante, voy a ver 300, si quiero algo mas narrativo, veo magnolias.
Se le comunica al señor "Juanchis" que su declaracion produjo en mi persona una inevitable molestia. Hablar de algo que no esta dentro tus planes o modelos no significa fumarse nada, y creo que tengo todas las neuronas en forma y estado como para que se de lugar a esas confusiones. Hablo por mi, pero creo que el señor Carlos T. opina lo mismo...
Creo, estimado Juanchis, que todavia no has caido en la tonicodependencia, por eso todavia estas perdonado. En breve, cuando el Tonico Malem para cineastas creativos comience a ser alimento indispensable de tu alimentacion diaria, nos vas a entender.
Mis mas sinceros cariños!
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