Bueno, más vale tarde que nunca, dice el saber popular. Ya de regreso a tierras mediterráneas me dispongo a entregar el informe especial del 22 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. ¡Qué lo disfruten!
EL VIAJE:
El jueves 7 de marzo partí con destino a la ciudad balnearia. El viaje no comenzó bien. El colectivo llegó a la Terminal con 30 minutos de retraso; y cuando subí, mi asiento, el 49, correspondiente a la ventanilla, estaba usurpado por un señora. Afortunadamente la mujer resultó ser muy piola y hasta me invitó un sándwich de miga, ya que los de Chevallier no nos dieron ni media galleta de agua.
En la ruta llovía y yo me contentaba con haber puesto mucha ropita abrigada en el bolso. Todo sucedía con normalidad en la ruta, entre piquetes de camioneros y un filme pasatista sobre un hombre que tenía 12 hijos. Llegamos a Rosario y la mujer sentada detrás de mí continuaba relatándole a su compañera de asiento sobre la muerte del familiar a cuyo funeral iba. La usurpadora amable me dejó el asiento y el tramo hasta Buenos Aires fue muy placentero.
Llegué a Retiro y tenía una horita hasta que llegara mi bus. Me dispuse a comer algo. Busqué y busqué pero el emparedado mas barato no bajaba de los 7 pesos y consistía solo en dos rebanadas de pan con una lámina semitransparente de jamón en el medio.
El coche llegó puntual y al subir me dieron una bandejita llena de cosas ricas. Ya era tarde. El viaje fue súper cómodo, pero la lluvia se acrecentó y al llegar a Mardel parecía que Dios había enviado un segundo diluvio universal. Sumado a eso, los señores taxistas de allí son peores que los de acá. Cuando, luego de mucho esperar y mojarme, conseguí un taxi el chofer me dijo que la zona de mi hotel (que quedaba a solo 3 cuadras de allí) estaba inundada, que me bajara. Indignado, y todo mojado, decidí irme caminando. Me dije: ¿Cuan inundado puede estar? Hice una cuadra y media y regresé a la Terminal. Era mas seguro esperar allí.
Habían pasado casi dos horas desde mi llegada y aproximadamente 100 milímetros de lluvia. Un taxi paró y afortunadamente me llevó al hotel. El recepcionista muy amable me tomó los datos, pero no podía ir a la habitación. Cerca de las 9 recién pude ingresar. Así, me dedique a dormir, mientras llovía y llovía y se hablaba de un tremendo temporal.


LA CIUDAD.
Después de recuperar fuerzas salí a recorrer la ciudad y a buscar toda la data del festival. Caía una lluvia inconsistente pero constante e insoportable. Pero lo peor fue el viento que terminó de estropear mi paraguas negro. Pero eso no impidió que este humilde corresponsal de El Cuarto de Car Lost pudiera apreciar la fisonomía de la urbe.
Mar del Plata resultó ser hermosa. Lo primero que me impactó fue la estructura general. Grandes y anchas calles, y enormes e imponentes edificios de una arquitectura estilo peronista. Todos muy bellos y por sobretodo cuidados. Muchas plazas y parques, coquetos negocios y hoteles, y la preciosa vista al mar. Una de las cosas que me sorprendió fue la higiene. Si bien el temporal había hecho estragos, no se notaban basurales en las calles. En definitiva, la ciudad me pareció hermosa, aunque tiene sus contras. Por ejemplo, algo raro sucede con los semáforos de allí que no están muy sincronizados, y las calles al ser tan anchas provocan que los automovilistas doblen en las esquinas en 5ta y a 100 Km. por hora. Otro punto para recriminar es el costo de la comida y de los taxis. Muy caros.


EL FESTIVAL (ORGANIZACIÓN).
Luego de mi recorrida turística fui directo a la sede del festival para buscar toda la información de horarios y eventos. Las chicas de informe me dijeron que no me podían dar la acreditación porque debía haber hecho el trámite en la Facultad. Obviamente los señores de la facu me habían dicho que no hacía falta nada, que fuera directamente al festival y con el solo hecho de ser estudiante de la UNC estaba todo OK. Error. Igualmente saqué mi programa y me dispuse a seleccionar los filmes y eventos a los que iba asistir.
Si bien la organización me pareció muy buena, debo criticar la forma en que estaba diagramado el programa. Todo era muy confuso y se necesitaba mucha paciencia y ayuda para saber de que se trataba el filme que le interesaba a uno.
EL VIAJE:
El jueves 7 de marzo partí con destino a la ciudad balnearia. El viaje no comenzó bien. El colectivo llegó a la Terminal con 30 minutos de retraso; y cuando subí, mi asiento, el 49, correspondiente a la ventanilla, estaba usurpado por un señora. Afortunadamente la mujer resultó ser muy piola y hasta me invitó un sándwich de miga, ya que los de Chevallier no nos dieron ni media galleta de agua.
En la ruta llovía y yo me contentaba con haber puesto mucha ropita abrigada en el bolso. Todo sucedía con normalidad en la ruta, entre piquetes de camioneros y un filme pasatista sobre un hombre que tenía 12 hijos. Llegamos a Rosario y la mujer sentada detrás de mí continuaba relatándole a su compañera de asiento sobre la muerte del familiar a cuyo funeral iba. La usurpadora amable me dejó el asiento y el tramo hasta Buenos Aires fue muy placentero.
Llegué a Retiro y tenía una horita hasta que llegara mi bus. Me dispuse a comer algo. Busqué y busqué pero el emparedado mas barato no bajaba de los 7 pesos y consistía solo en dos rebanadas de pan con una lámina semitransparente de jamón en el medio.
El coche llegó puntual y al subir me dieron una bandejita llena de cosas ricas. Ya era tarde. El viaje fue súper cómodo, pero la lluvia se acrecentó y al llegar a Mardel parecía que Dios había enviado un segundo diluvio universal. Sumado a eso, los señores taxistas de allí son peores que los de acá. Cuando, luego de mucho esperar y mojarme, conseguí un taxi el chofer me dijo que la zona de mi hotel (que quedaba a solo 3 cuadras de allí) estaba inundada, que me bajara. Indignado, y todo mojado, decidí irme caminando. Me dije: ¿Cuan inundado puede estar? Hice una cuadra y media y regresé a la Terminal. Era mas seguro esperar allí.
Habían pasado casi dos horas desde mi llegada y aproximadamente 100 milímetros de lluvia. Un taxi paró y afortunadamente me llevó al hotel. El recepcionista muy amable me tomó los datos, pero no podía ir a la habitación. Cerca de las 9 recién pude ingresar. Así, me dedique a dormir, mientras llovía y llovía y se hablaba de un tremendo temporal.


LA CIUDAD.
Después de recuperar fuerzas salí a recorrer la ciudad y a buscar toda la data del festival. Caía una lluvia inconsistente pero constante e insoportable. Pero lo peor fue el viento que terminó de estropear mi paraguas negro. Pero eso no impidió que este humilde corresponsal de El Cuarto de Car Lost pudiera apreciar la fisonomía de la urbe.
Mar del Plata resultó ser hermosa. Lo primero que me impactó fue la estructura general. Grandes y anchas calles, y enormes e imponentes edificios de una arquitectura estilo peronista. Todos muy bellos y por sobretodo cuidados. Muchas plazas y parques, coquetos negocios y hoteles, y la preciosa vista al mar. Una de las cosas que me sorprendió fue la higiene. Si bien el temporal había hecho estragos, no se notaban basurales en las calles. En definitiva, la ciudad me pareció hermosa, aunque tiene sus contras. Por ejemplo, algo raro sucede con los semáforos de allí que no están muy sincronizados, y las calles al ser tan anchas provocan que los automovilistas doblen en las esquinas en 5ta y a 100 Km. por hora. Otro punto para recriminar es el costo de la comida y de los taxis. Muy caros.


EL FESTIVAL (ORGANIZACIÓN).
Luego de mi recorrida turística fui directo a la sede del festival para buscar toda la información de horarios y eventos. Las chicas de informe me dijeron que no me podían dar la acreditación porque debía haber hecho el trámite en la Facultad. Obviamente los señores de la facu me habían dicho que no hacía falta nada, que fuera directamente al festival y con el solo hecho de ser estudiante de la UNC estaba todo OK. Error. Igualmente saqué mi programa y me dispuse a seleccionar los filmes y eventos a los que iba asistir.
Si bien la organización me pareció muy buena, debo criticar la forma en que estaba diagramado el programa. Todo era muy confuso y se necesitaba mucha paciencia y ayuda para saber de que se trataba el filme que le interesaba a uno.
Por otra parte hay que destacar la calidad de las proyecciones. La imagen era espectacular y la calidad de las copias y del sonido muy buenas, impagables. Algo que no sucede con frecuencia en los cines de por aquí. Obvio que así debería ser y no tendría que asombrarme con esto, pero ver una película en todas sus dimensiones y como se debe es un placer.
A todo esto, la alfombra roja y la apertura del festival se canceló debido a los fuertes vientos y la constante lluvia.


LOS FAMOSOS.
El mismo viernes, resignado por no poder asistir a la alfombra roja, volvía de comprar las entradas y me dirigía al hotel. Pasaba por el edificio del Casino y visualicé un aglomeramiento de personas. La gente del festival había improvisado una apertura con menos glamour y más austeridad. Así, de a poco, fueron pasando personalidades de la farándula nacional: Romina Gaetani, Carla Peterson, Mónica Scarapone, Eduardo Blanco, el Puma Goity, Patricio Contreras y demás. La mayoría se mostraban reacios ante el público y trataban de evitarlo. Salvo Ana María Picio y Víctor Laplace que saludaron con besos a todos y hasta se quedaban posando para la foto, el resto fue muy distante. Hacia el final llegaron Boy Olmi y Carola Reyna, muy contentos. Pero la frutilla del postre fue Adriana Aguirre y su marido, pseudo imitador de Sandro, que llegaron, tal si fueran divos, cuando todo el público ya se había retirado.
Durante mi estadía pude tener otros contactos. Eduardo Blanco fue a una de las proyecciones de la competencia oficial. Osvaldo Bazán hacía notas en la rambla y siempre me miraba. También fui a la conferencia, o clase magistral como dicen en el Festival (aunque de clase no tiene nada y menos de magistral) de Gustavo Santaolalla. La gente estaba como loca con su presencia y el auditorio estaba lleno. Muy concurrido aunque el contenido de la charla fue bastante pobre. No por culpa del dos veces ganador del Oscar, sino por quien guiaba la conversación y a las no preguntas que hacía el público.
Pero el broche de oro, por así decirlo, fue el día de la proyección del filme “La Peli” de Gustavo Postiglione. En el cine auditorio, delante de mí, había 5 asientos reservados. Al apagarse las luces ingresaron de incógnitos 5 personajes. A la salida pude corroborar que se trataba de los actores del filme, entre los que se encontraban nada más y nada menos que Norman Brisky y Natalia Oreiro que estaba sentada justo adelante mío. Finalizada la proyección se procedió a una conferencia de prensa. Allí estaba el director, Natalia, Norman y se sumó Grandinetti. La conferencia fue bastante aburrida. Es más, nadie se animaba a hacer preguntas, salvo Polimeni que hizo una pero que nadie entendió. Terminado ese evento esperé hasta que las estrellas se acercaran. Así fue como conseguí una foto con la ex Muñeca Brava. La actriz resultó ser muy amable y ante mi pedido de foto accedió sin ningún problema.

LA GENTE.
Fue una grata sorpresa ver la gran concurrencia de gente al Festival. No se trataba solo de personas que fueron a Mar del Plata por el Festival, que de por si era mucha. Los marplatenses estaban muy involucrados con el evento y quería participar por más que no supieran bien de que se trataba. Eso me pareció muy positivo. Las salas estaban repletas (desde niños a abuelos) a cualquier hora y en cualquier filme.
La gente era muy amable y en las colas se entablaban debates fílmicos y se hacían recomendaciones. Pero muchas veces se producía verdaderas batallas campales. Mucha gente aprovechándose de su vejez o supuestas debilidades intentaba acortar camino en colas varias. Abucheos van, insultos vienen. Otro punto es el de los celulares. Yo recién acostumbrándome al de mi hermana (que me lo prestó solo para el viaje) lo apagaba en cada proyección. Pero era frecuente escuchar los pi pi en medio de los filmes. Creo que el respeto fue el denominador común, pero estas excepciones también hay que hacerlas saber.
Otro tanto sucedía al momento de comprar las entradas. La mayor parte del público empezó a hacerlo anticipadamente. Sabia decisión. Pero, tal como lo comenté anteriormente, el folleto con el cronograma era tan confuso que a la gente se le hacía muy difícil hacer sus pedidos y programas. Las chicas de las cajas estaban alteradas y ante un pedido simple como: ¿Dame una entrada para cualquier función de mañana? (pedido que demuestra que la gente quería ver algo del festival sin importar que fuera ese algo), las cajeras respondía con ira: ¡Señora tengo 35 proyecciones para mañana!

LA EXPERIENCIA.
Concurrir al Festival de Mar del Plata fue una experiencia hermosa por varios motivos. Tanto el viaje como el evento fueron hechos muy significativos para mi. El viajar solo fue muy importante, pero creo que no lo volvería a hacer nunca más. Si bien tenía muchas actividades durante el día, hubiera estado bueno poder compartir toda la experiencia con alguien cercano.
Respecto al festival todo fue maravilloso. Poder ver películas diferentes, extrañas, exóticas, con propuestas nuevas, innovaciones, o simplemente buenos filmes (aunque también hubo de los otros) Todo fue positivo: las conferencias, los encuentros con los famosos, las charlas de cine con la gente, poder conocer…
Desde siempre uno de mis anhelos fue poder concurrir a un festival de cine. Y ya lo pude hacer, y todo gracias a mis viejos a los que les agradezco infinitamente.
A todo esto, la alfombra roja y la apertura del festival se canceló debido a los fuertes vientos y la constante lluvia.


LOS FAMOSOS.
El mismo viernes, resignado por no poder asistir a la alfombra roja, volvía de comprar las entradas y me dirigía al hotel. Pasaba por el edificio del Casino y visualicé un aglomeramiento de personas. La gente del festival había improvisado una apertura con menos glamour y más austeridad. Así, de a poco, fueron pasando personalidades de la farándula nacional: Romina Gaetani, Carla Peterson, Mónica Scarapone, Eduardo Blanco, el Puma Goity, Patricio Contreras y demás. La mayoría se mostraban reacios ante el público y trataban de evitarlo. Salvo Ana María Picio y Víctor Laplace que saludaron con besos a todos y hasta se quedaban posando para la foto, el resto fue muy distante. Hacia el final llegaron Boy Olmi y Carola Reyna, muy contentos. Pero la frutilla del postre fue Adriana Aguirre y su marido, pseudo imitador de Sandro, que llegaron, tal si fueran divos, cuando todo el público ya se había retirado.
Durante mi estadía pude tener otros contactos. Eduardo Blanco fue a una de las proyecciones de la competencia oficial. Osvaldo Bazán hacía notas en la rambla y siempre me miraba. También fui a la conferencia, o clase magistral como dicen en el Festival (aunque de clase no tiene nada y menos de magistral) de Gustavo Santaolalla. La gente estaba como loca con su presencia y el auditorio estaba lleno. Muy concurrido aunque el contenido de la charla fue bastante pobre. No por culpa del dos veces ganador del Oscar, sino por quien guiaba la conversación y a las no preguntas que hacía el público.
Pero el broche de oro, por así decirlo, fue el día de la proyección del filme “La Peli” de Gustavo Postiglione. En el cine auditorio, delante de mí, había 5 asientos reservados. Al apagarse las luces ingresaron de incógnitos 5 personajes. A la salida pude corroborar que se trataba de los actores del filme, entre los que se encontraban nada más y nada menos que Norman Brisky y Natalia Oreiro que estaba sentada justo adelante mío. Finalizada la proyección se procedió a una conferencia de prensa. Allí estaba el director, Natalia, Norman y se sumó Grandinetti. La conferencia fue bastante aburrida. Es más, nadie se animaba a hacer preguntas, salvo Polimeni que hizo una pero que nadie entendió. Terminado ese evento esperé hasta que las estrellas se acercaran. Así fue como conseguí una foto con la ex Muñeca Brava. La actriz resultó ser muy amable y ante mi pedido de foto accedió sin ningún problema.


LA GENTE.
Fue una grata sorpresa ver la gran concurrencia de gente al Festival. No se trataba solo de personas que fueron a Mar del Plata por el Festival, que de por si era mucha. Los marplatenses estaban muy involucrados con el evento y quería participar por más que no supieran bien de que se trataba. Eso me pareció muy positivo. Las salas estaban repletas (desde niños a abuelos) a cualquier hora y en cualquier filme.
La gente era muy amable y en las colas se entablaban debates fílmicos y se hacían recomendaciones. Pero muchas veces se producía verdaderas batallas campales. Mucha gente aprovechándose de su vejez o supuestas debilidades intentaba acortar camino en colas varias. Abucheos van, insultos vienen. Otro punto es el de los celulares. Yo recién acostumbrándome al de mi hermana (que me lo prestó solo para el viaje) lo apagaba en cada proyección. Pero era frecuente escuchar los pi pi en medio de los filmes. Creo que el respeto fue el denominador común, pero estas excepciones también hay que hacerlas saber.
Otro tanto sucedía al momento de comprar las entradas. La mayor parte del público empezó a hacerlo anticipadamente. Sabia decisión. Pero, tal como lo comenté anteriormente, el folleto con el cronograma era tan confuso que a la gente se le hacía muy difícil hacer sus pedidos y programas. Las chicas de las cajas estaban alteradas y ante un pedido simple como: ¿Dame una entrada para cualquier función de mañana? (pedido que demuestra que la gente quería ver algo del festival sin importar que fuera ese algo), las cajeras respondía con ira: ¡Señora tengo 35 proyecciones para mañana!


LA EXPERIENCIA.
Concurrir al Festival de Mar del Plata fue una experiencia hermosa por varios motivos. Tanto el viaje como el evento fueron hechos muy significativos para mi. El viajar solo fue muy importante, pero creo que no lo volvería a hacer nunca más. Si bien tenía muchas actividades durante el día, hubiera estado bueno poder compartir toda la experiencia con alguien cercano.
Respecto al festival todo fue maravilloso. Poder ver películas diferentes, extrañas, exóticas, con propuestas nuevas, innovaciones, o simplemente buenos filmes (aunque también hubo de los otros) Todo fue positivo: las conferencias, los encuentros con los famosos, las charlas de cine con la gente, poder conocer…
Desde siempre uno de mis anhelos fue poder concurrir a un festival de cine. Y ya lo pude hacer, y todo gracias a mis viejos a los que les agradezco infinitamente.
1 comentario:
Yo te dije q Chevalier no te daba ni la hora!!! Otra cosita, aunq ya te lo dije face to face, osvaldito basan te queria dar por eso te miraba tanto!!
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